martes, 5 de junio de 2012

Oslo

Después de mucho tiempo de trabajo, prisas y pensamientos varios no sabía a que viaje dedicar el nuevo post....

Creo que hay viajes para hacerlos solos, con pareja, familia  o con amigos al igual que el destino. Este viaje se me vino a la cabeza el fin de semana pasado organizando otro viaje para dentro de unos meses...

Este destino del que hablo hoy había sido un destino del cual había oído mucho hablar pero que a mi personalmente no terminaba de convencerme.

El verano de ese año surgió la idea de hacer un viaje 4 amigos juntos y entre varios destinos a elegir surgió Noruega. No un gran circuito con gran recorrido y un exceso de información turística, queríamos algo de los que poder disfrutar con tiempo, disfrutar de la ciudad y sobre todo de la amistad en un país nuevo para nosotros. La ciudad fue Oslo.

Recuerdo el día que llegamos tras dos conexiones de vuelos. Aterrizamos a eso de las 17.00h en un Oslo frió y muy muy gris, en el cual no íbamos preparados para el clima nada mas bajarnos del avión y poner pie en suelo noruego, pues, aquí en Madrid, aún a mediados de Octubre hacia una temperatura agradable, así que estábamos deseando coger nuestras maletas y ponernos capas de ropa una encima de la otra como si de una lasaña se tratara. Ese deseo se vio truncado de repente pues como os imagináis nuestras maletas no llegaron con nosotros. Se iban dirección Shangay desde Frackfurt.
Tras los tramites pertinentes pusimos rumbo al hotel, un hotel moderno y con arquitectura nórdica, grandes ventanales desde los que ver nevar, atardecer y amanecer desde una gran cama blanca con un gran nórdico y una maravillosa calefacción en suelos y paredes.
Tres de las 4 maletas llegaron esa noche, la otra directamente iba en el avión hacia China.

Tras este percance vivimos muy buenos momentos, mas que nada por el contenido gastronómico que nuestra compañera de viaje llevaba en su maleta, Así que por lo tanto al día siguiente cambiamos al plan turístico 100% por un porcentaje importante de compras de ropa y aseo  pues la maleta tardaría un par de días en llegar. Una experiencia que personalmente me encantó.

Los días en Oslo pasaron y con ellos el frió aumentaban y los días cada vez duraban menos, pero nosotros con cada hora que pasábamos lo disfrutábamos más y conocíamos rinconcitos con mucho encanto de Oslo.

Me encantaron esas maravillosas terrazas en las que hablar largo y tendido durante horas con tu estufa y tu manta de pelo. La carne de reno, las casitas familiares con jardín de las afueras de Oslo, el chocolate caliente, los crepes en el Vigelandparken, nuestras caras de frió con bufandas hasta las orejas, nuestros viajes en el metro, nuestras compras culinarias noruegas para traernos a España, ese mar tan oscuro y casi congelado, el color del cielo desde el barco y tengo que hacer una gran mención a los largos y variados viajes en barco con un frió polar que hicimos por el fiordo de Oslo y las islitas de los alrededores. Fueron los mejores momentos del viaje donde hubo diversión, asombro y muchas confesiones de cuatro amigos que estaban viviendo uno de los viajes mas felices de sus vidas.






























Aunque sin duda de este viaje me quedo con la maravillosa experiencia de compartir aventuras y momentos con personas importantes para ti y con las que anteriormente nunca habías viajado. Da igual el destino, el clima, la gastronomía o el presupuesto para dicho viaje. Si viajas con la mente abierta y con las personas adecuadas estés donde estés en cualquier parte del mundo, será una experiencia maravillosa que nunca olvidarás.