jueves, 15 de marzo de 2012

República Dominicana

Hoy os traigo un viaje, o mejor dicho, un país al que no me canso de ir y al que he tenido la suerte de visitar en seis ocasiones, la última, por veinte días.

Si empezara a contar desde el primer viaje hasta el último en este país mas que un blog esto se convertiría en un largo capitulo de un libro.

Aunque lo primero que se me viene a la mente, fue la primera vez que pise suelo dominicano. Las semanas previas al viaje estaba como en un nube ya que era la primera vez que pisaba el ansioso sueño caribeño que tantos años me venia rondando... Después del vuelo, lo primero que llama la atención al aterrizar en Punta Cana es el destartalado aeropuerto de techos de palmera seca (conocido como cana) casi sin paredes y dos cintas de recogida de equipajes mal puestas...  

En este primer viaje a la RD, pasé 9 días en los que nunca olvidaré todo lo vivido allí.... No solo porque iba con mi compañero infatigable de viaje si no también porque nos acompañaba una persona muy importante para nosotros y que gracias a ella no paramos de vivir momentos inolvidables... sobre todo ella, ya que a partir de esa primera vez en el país continuaría con una maravillosa aventura que le durará toda la vida. 
De esta primera vez me quedo sin duda con el momento de nadar con delfines y nadar junto a tiburones... algo que cuatro años después sigo recordándolo igual que el mismo momento en el que estaba debajo del agua con ellos.... Y como anécdota de esta primera vez, me quedo con la onda tropical de lluvia continua que duró exactamente 5 días, y como dicen que si no puedes con tu enemigo debes de unirte a él, pues esto hicimos, tomamos el sol desde una hamaca lloviendo, nos bañamos lloviendo, paseábamos lloviendo y todo lo que haríamos sin lluvia lo hicimos.... 

Pero bueno, no me voy a centrar en contar detalladamente cada uno de los viajes a RD, así que voy a contar las cosas que mejores recuerdos me traen.

Una de ellas y que cada vez que me viene a la mente no puedo evitar reírme fue el día que se nos ocurrió salir por nuestra cuenta junto con un dominicano que conocimos la primera vez  y con la persona del primer viaje que volvió con nosotros y con la que mantenía una relación bastante estrecha, algo a lo que llaman amor creo que se podría decir.
 A las 12.00 del mediodía por carreteras sin asfaltar y casi selva a través, dos personas mas el conductor subidos en una moto a casi 40º a la sombra... imaginaros el momento, tres personas en una moto. De ahí, a una carretera principal en la cual salía un autobús,  hacia nuestro destino, Higuey. En esta ciudad, recuerdo muchas cosas bonitas y otras no tanto, pero pasamos momentos en ese día que espero que jamás se borren de mi memoria. La vuelta al hotel, exactamente igual que la ida. Un caos.

Las otras veces que he vuelto a este maravilloso país, han estado marcadas por momentos impresionantes, risas, alegrías, huracanes,  atardeceres a ritmo de bachata, largos recorridos por carretera hacia Santo Domingo, La Romana, Higuey y un largo etc.

Aunque he de decir que las últimas veces que he vuelto, las he dedicado integramente al relax, al sol y a disfrutar (bajo mi punto de vista) de uno de los lugares que posee las mejores playas del mundo. Y que poco a poco hemos ido conociendo lugares no tan explotados turísticamente, con hoteles pequeños donde no hechas nada en falta y donde no se olvidan del mas mínimo detalle.

Sin duda ninguna creo que me faltan muchos mas viajes a este maravilloso país, que tanto me da casi sin recibir nada a cambio, cuando estoy allí, me siento parte del entorno, en completa armonía, donde no escucho nada mas que el rumos de las olas, el ritmo de la bachata a lo lejos y el canto de las palmeras con el viento.... Donde tu subconsciente se olvida del mas mínimo problema y donde tienes la sensación de estar flotando continuamente.

Volveré una y mil veces más.